El Día Internacional del Patrimonio Mundial se celebra cada 16 de noviembre y es una jornada dedicada a la preservación y valoración de aquellos lugares y tradiciones que constituyen la riqueza cultural y natural del mundo.
Este día fue establecido en 1972 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), mediante la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. La celebración de este día tiene como objetivo recordar la importancia de estos sitios y fomentar la cooperación internacional para proteger y conservar el patrimonio que pertenece a toda la humanidad.
España juega un papel fundamental en la protección y promoción de este patrimonio, ya que es el quinto país con más sitios inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, lo que destaca su riqueza cultural, histórica y natural.
Entre los bienes de España inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO hay múltiples ejemplos de arquitectura con cubiertas cerámicas, lugares tan emblemáticos como La Alhambra de Granada, la ciudad vieja de Santiago de Compostela, la ciudad histórica de Toledo o el casco antiguo de Cuenca no serían lo mismo sin sus característicos tejados de teja cerámica.
Además de su importancia estética y su poder para embellecer pueblos y ciudades, los edificios históricos son una parte fundamental de la riqueza patrimonial y cultural de la humanidad.
A nadie se le escapa la gran relevancia de preservar sus estructuras y materiales para que estos históricos “testigos del tiempo” se mantengan tal y como establece la normativa europea de conservación del patrimonio.
La restauración de edificios históricos o patrimoniales, además de estar sometida a numerosas regulaciones, es particularmente compleja. Quizás el mejor ejemplo de ello, fue el terrible incendio de la Catedral de Notre Dame de París. Las llamas, iniciadas precisamente durante la rehabilitación de este edificio histórico, dan muestra de la dificultad de este tipo de intervenciones.
Las intervenciones son aún más complejas si tenemos en cuenta que, al margen del deterioro producido por el paso de los años, el desgaste de los materiales o incluso rehabilitaciones erróneas, las edificaciones históricas presentan un desafío particular en materia de sostenibilidad.
No hablamos de un trabajo pequeño sino ingente. En la vieja Europa, los edificios de carácter histórico representan algo más de un 30% del parque edificado y, lo que es más preocupante, son responsables de más de un tercio del consumo energético del stock residencial.
La eficiencia energética es, por tanto, un motivo más que evidente para rehabilitar estos edificios monumentales, reducir sus costes de mantenimiento y mejorar su confort, accesibilidad y prestaciones, al mismo tiempo que se reducen sus emisiones contaminantes y se contribuye a la descarbonización de las ciudades.
La cubierta de los edificios históricos es una de las estructuras que más sufre el implacable paso del tiempo y que, al mismo tiempo, más incide en la ineficiencia energética y falta de confort. Los fenómenos atmosféricos o la falta de mantenimiento, habitualmente explican un deterioro que, en muchos casos, justifica una intervención inmediata.
Además, las cubiertas históricas pueden presentar patologías por la presencia de xilófagos en la madera, alteraciones de pastas y morteros, rotura o deslizamiento de las tejas o de las canalizaciones del agua de lluvia. La reparación o sustitución de estos elementos de la envolvente supondrá un paso importante en la rehabilitación del conjunto.
Sin embargo, no es tan fácil como sustituir las tejas por otras. Es necesario mantener la esencia arquitectónica de estos edificios únicos sin que se altere su estado estético original trabajando con técnicas y materiales compatibles con la propuesta ornamental con la que fueron creados. Para ello, en el caso de que sea necesaria la sustitución de las tejas originales, se deben optar por modelos con acabados rústicos o envejecidos lo más parecidos a los originales.
Los principales fabricantes de teja cerámica asociados a Hispalyt, cuentan con diferentes gamas de productos y sistemas constructivos para cumplir con los más altos estándares estéticos, de eficiencia y sostenibilidad.
Y no debemos descuidar “aquello que no se ve”. Aprovechando la intervención en la reparación o sustitución de la teja, se debe actuar para impermeabilizar y aislar la cubierta, lo que junto a la colocación de la teja cerámica será garantía de ahorro energético y respeto al medioambiente.
De esta forma, aseguraremos la pervivencia en perfectas condiciones de estos edificios históricos, tan milenarios como las tejas que los coronan.
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